MOULIN ROUGE (Moulin Rouge)
Baz Luhrmann dirigió esta película con una apabullante escenografía y un vertiginoso montaje, que tenía en su argumento su mayor base y no por el guion en sí, ya que abundaba en clichés vistos hasta la saciedad en cine, sino porque los diálogos habían sido “robados” de frases de grandes temas del pop o el rock y se integraban perfectamente en la trama.
La historia jugaba peligrosamente con el espectador ya que por un lado trataba de conectar emotivamente con él, pero en ocasiones rayaba con la exageración histérica, que hacía que no terminase de tomarse en serio la historia como en las escenas que coincidían los “bohemios” o sobre todo las de Satine (Nicole Kidman) con el duque (Richard Roxburg), pero Luhrmann corrió el riesgo y salió airoso del experimento.
Se dijo que la originalidad de hilvanar canciones conocidas en la historia, unidas a una enorme puesta en escena, revitalizaron el género musical en el cine, algo que había tratado de hacer un año antes Kenneth Branagh con “Trabajos de amor perdidos”, que fue un fracaso de taquilla, a pesar de contar también con un excelente reparto y una banda sonora repleta de joyas del cancionero americano.
Moulin Rouge tuvo fanáticos y detractores. Mil y una interpretaciones del argumento que jugaba con el tema del amor imposible y los mitos de Orfeo y Eurídice, aunque hubo quien veía en ella una relación entre el bien y el mal, o más aún, entre Satán (la protagonista se llamaba Satine) y Cristo (el protagonista se llamaba Christian). Lo cual alimentaba interpretaciones más locas como que la mujer era el demonio y se tachaba a la película de machista… en fin, elucubraciones varias
Aunque está basada en gran parte en la ópera de Giuseppe Verdi La Traviata, así como en la novela La dama de las camelias del escritor francés Alejandro Dumas (hij.
Se le criticó que no se hubiera hecho un musical con canciones originales, cuando precisamente su originalidad reside en lo contrario, desde Rodgers y Hammerstein a Elton John, David Bowie, Sting, Madonna o Nirvana campan alegremente por la banda sonora de la película.
Ganó dos Oscar y tres BAFTA, uno de ellos a la música original y adaptación de Craig Armstrong y Marius de Vries.
Es indiscutiblemente uno de los últimos grandes éxitos musicales en el cine, que casi veinte años más tarde subieron en Broadway a los escenarios en forma de musical teatral. Una película para dejarse emborrachar con sus imágenes, color y música.
